«Fue algo individual, de un grupito de loquitos, no estuvo orquestado políticamente». «Cuando llegó el grotesco de la sobreactuación (de parte del Gobierno), me causó rechazo”. Las declaraciones de Mauricio Macri, anoche en un programa de televisión, sobre el intento de asesinato a Cristina Kirchner, no parecieron precisamente apuntadas a abrir el diálogo que viene reclamando el oficialismo. Tampoco a situar el intento de magnicidio en una dimensión de extrema gravedad política e institucional. Por el contrario, el expresidente dijo que no se puede tomar en serio el pedido porque “el populismo es la destrucción del valor de la palabra”. «Todos sufrimos la falta de diálogo desde que el kirchnerismo gobierna. Para que se dé un encuentro tiene que existir la honestidad», fue su argumento. Distintos dirigentes de Juntos por el Cambio vienen explicando su negativa ante los llamados oficiales con el argumento de que el Congreso es el lugar para el diálogo. En el oficialismo responden que la excepcionalidad que implicó el intento de magnicidio implica la necesidad de una instancia de diálogo también excepcional, es decir, más allá del ámbito parlamentario. Macri ni siquiera mencionó al Congreso.